Escudo de la República de Colombia

Además de beneficios ambientales y económicos, integrar el sistema agrícola con el pecuario y forestal aporta autonomía a los agricultores porque utiliza los recursos internos de las fincas.

Esta alternativa fue elegida como potencialmente aplicable por agricultores de siete municipios productores de plátano del Quindío: Armenia, Buenavista, Calarcá, Montenegro, Pijao, Quimbaya y La Tebaida.

Otrora el Quindío presentaba los mejores rendimientos de producción de plátano del país, hoy superado por otros departamentos. Esta producción se trataba con métodos convencionales que en el proceso utilizaban derivados de la industria petroquímica y de productos agrotóxicos.

“Por esta razón quisimos construir, de la mano de los agricultores y de actores sociales influenciadores de la gestión de la finca, una serie de alternativas biológicas para que ellos eligieran la que pudieran adoptar en su proceso de producción”, explica la profesora Ángela María Londoño Motta, doctora en Agroecología y docente de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira.

En la primera parte de este proyecto se caracterizó el sistema y se encontró una relación directa entre la frecuencia de aplicación de los productos agrotóxicos y las presencia de enfermedades, debido a que el sistema va perdiendo tanto su capacidad funcional como la de generar condiciones favorables para un desarrollo sano del cultivo, por el uso excesivo de estos productos.

Después hubo una reunión con los agricultores, en la que se expusieron las problemáticas y se inició el planteamiento de alternativas de solución para disminuir el impacto.

Tradición y cambio

Una opción frente al uso de estos productos es continuar con su método de trabajo tradicional o cambiar paulatinamente hacia un manejo agroecológico, reemplazando los insumos químicos por bioinsumos, que son comerciales y aunque siguen generando dependencia, se constituyen en un paso de transición hacia una agricultura ecológica. Otra opción, muy usual en la región, es comprar los insumos químicos y producir los bioinsumos en la finca.

En cuanto al aprovechamiento de los recursos de la finca, se presentaron estas alternativas: tener un sistema integrado que se sirva de la triple producción –pecuaria, agrícola y forestal– combinándola para obtener materia orgánica que se pueda aplicar tanto al plátano como a otros cultivos de la finca.

Otra de las opciones es la fertilización bioorgánica (FBO), técnica que consiste en hacer una zanja alrededor de la planta, donde se pone materia orgánica de lenta descomposición, seguida de una capa de suelo y de lombrices nativas –a las cuales no es necesario alimentar ya que ella buscan sus fuentes de alimento–, y por último materia orgánica de rápida descomposición, aprovechando los beneficios biológicos y fisicoquímicos que dan las lombrices con su trabajo en el suelo.

Finalmente, el uso de las coberturas nobles, arvenses o las denominadas “malezas”, dejándolas en las calles del plátano y café, el agricultor solo limpia alrededor de la planta cuando necesita aplicar algún insumo.

La alternativa elegida entre los productores y los distintos actores sociales fue el sistema integral, que presenta diversidad de fuentes de ingresos, no solo desde la parte agrícola y pecuaria individualmente, sino que los agricultores también pueden hacer abono para usarlo –ahorrando en compra de insumos– y vender los excedentes.

“El conocimiento local endógeno es muy válido, así ellos aprenden sobre los diferentes sistemas productivos, lo que potencializa y diversifica el talento humano, ya que en el campo los agricultores hacen múltiples labores”, manifiesta la docente.

Esta elección fue seguida del uso de las coberturas nobles y la fertilización bioorgánica, finalizando con los insumos biológicos externos.

En 2013 el Quindío tuvo rendimientos de 10,2 toneladas por hectárea, pero su producción total por toneladas ha disminuido frente a otros departamentos que la han aumentado, como Meta, que presentó para el mismo año rendimientos de 15,5 toneladas por hectárea, y Arauca con 13,4 toneladas por hectárea, según el Ministerio de Agricultura.

Esta investigación fue dirigida y codirigida por los docentes de la U.N. Sede Palmira, Elena Velásquez Ibáñez y Patrick Lavelle, y contó con la financiación de la U.N. Sede Palmira, el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia, y el apoyo de la Federación de Platanicultores del Quindío.

Tomado de Agencia de Noticias UN.