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Diez especies de Brachiaria spp, un tipo de pasto ampliamente utilizado por ganaderos del Magdalena Medio, están contaminadas con metales pesados como plomo y cadmio.

En las muestras analizadas, los vegetales estaban afectados a nivel de hojas, tallos y raíces, debido a que los residuos liberados por la industria petrolera son absorbidos por los suelos y, a su vez, por los agroecosistemas (cultivos o pastos).

Además, gracias al aporte de otros estudios, también se detectó la presencia y efectos de los compuestos dañinos en animales. “En 40 vacas adultas sacrificadas en el matadero de Barrancabermeja y procedentes de explotaciones bovinas cercanas a industrias con actividad petrolífera, se halló plomo, cadmio, molibdeno y zinc, concentrados en hígado y riñón.

El hallazgo en las pasturas de esta región del centro del país hace parte de un estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira, en colaboración con la Universidad de Pamplona (Norte de Santander).

Al respecto, el profesor Manuel José Peláez Peláez, doctor en Ciencias Agropecuarias de la U.N., explica que las pasturas de Brachiaria son tolerantes o se han coadaptado a dichos ambientes metalíferos, y presentan altos contenidos de estos en sus estructuras vegetales, principalmente en los primeros cinco centímetros de sus raíces.

En las zonas de estudio (Antioquia y Santander, particularmente en el municipio de Barrancabermeja, donde funciona la refinería de petróleo más grande del país), se hallaron 192 especies botánicas pertenecientes, en gran parte, a las familias Poaceae y Fabaceae. Estas representaron el 44,2 % y 24,4 %, respectivamente, sobre el total explorado.

En este estudio se analizó la familia de vegetales Poaceae, a la que pertenece el género Brachiaria spp, por el alto porcentaje de presencia en las zonas de muestreo. Entre las 10 especies contaminadas, se destacaron la B. decumbens y la B. humidicola por la recurrencia de aparición, un 55 %.

Para llegar a los resultados, se analizaron tres corredores, los pozos de excavación en el corregimiento de Casabe (Yondó), Antioquia; la refinería de petróleo en el corregimiento El Centro en Barrancabermeja; y, por último, un cultivo de control (testigo) en el Instituto Universitario de la Paz, Santander.

En primer lugar, se tomaron muestras de pastos a partir de la segmentación de terrenos con escuadras, las cuales se llevaron inicialmente al Laboratorio de Botánica de la UN Sede Palmira, para identificar familia, género y especies. Otras pruebas fueron enviadas al Laboratorio de Química Analítica de la Universidad de Pamplona, para analizar la concentración de los metales en los suelos. A través de las técnicas de microscopía especiales se observó el daño en tejidos, células de raíces, tallos y hojas, debido al estrés inducido por esos compuestos.

Así, se encontró que las cargas de metales pesados, (llamados así por tener un peso superior a 5 gramos por centímetro cúbico -g/cm3- y un número atómico por encima de 20), en las pasturas, representan un daño para los animales y, en consecuencia, para el resto de la cadena alimenticia.

Para indagar la presencia de metales pesados en los pastos y sus efectos en animales, el profesor Peláez trabajó con John Jairo Bustamante Cano, médico veterinario y doctor en Medicina y Cirugía Animal de la Universidad de León (España).

Los valores detectados en las vacas estaban al límite permisible en las normas Codex Alimentarius y Unión Europea, que expresan deben ser menores a 0.05. No obstante, los bovinos procedentes de Yondó superaron los valores indicados por la normativa en mención.

“De acuerdo con lo anterior, al analizar el plomo, en el municipio de Barrancabermeja, se comprobó que en el 90 % de las muestras de hígado, el 75 % de las de riñón, el 85 % de las correspondientes a músculo y el 5 % de piel excedían los límites que señalan las dos normas ya citadas. Situación similar sucedió con el cadmio, pues el 85 % de las muestras hepáticas, el 10 % de las renales y la totalidad de las musculares sobrepasan los valores señalados por la Unión Europea”, afirma el médico veterinario, cuya experiencia en toxicología ambiental ha aportado a la investigación del profesor Peláez.

Según Bustamante, docente de la Universidad de Pamplona, en bienestar animal, los seres vivos que consuman alimentos contaminados por metales tendrán afecciones en el riñón, específicamente en los túbulos que conducen la orina a la vejiga; asimismo en la sangre, pues alteran el recuento de glóbulos rojos, y provoca anemia.

En cuanto a la salud humana, las investigadoras Concepción Nava Ruiz, y Marisela Méndez Armenta, del Laboratorio de Patología Experimental del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez de México, mencionan en el artículo Efectos neurotóxicos de metales pesados (cadmio, plomo, arsénico y talio) que el cadmio afecta órganos y tejidos como el riñón, ya que produce insuficiencia renal crónica. En el corazón genera arterosclerosis aórtica y coronaria. Asimismo, los huesos, testículos, placenta, sistema nervioso central y periférico resultan perjudicados.

Al respecto, Ecopetrol afirma haber evaluado toxicológicamente los vertimientos de campos de producción, con base en el plan de manejo ambiental, con organismos acuáticos invertebrados (Daphnia pulex), peces (Oreochromis sp) y algas (Selenastrum capricornutum). “No se ha desarrollado investigación de toxicología, por su actividad petrolífera, en plantas y seres humanos”, señala Alba Liliana Barragán Ortiz, asistente de dirección de la entidad.