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Gracias a esta teoría, dictada a los estudiantes de sexto a noveno grado, se entienden las interrelaciones e interdependencias dadas entre los demás seres vivos y el ser humano.

 

 


Sin embargo, una encuesta adelantada en un colegio de Buga (Valle) evidencia un vacío conceptual de esta materia por parte del 80 % de los estudiantes.

Este resultado fue presentado por Harold González Otálora, magíster en la Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales de la U.N. Sede Palmira, a través de su trabajo “Enseñabilidad de la Teoría de la Evolución Biológica (TEB) en los grados de básica primaria y básica secundaria”, en la Institución Educativa Colegio Académico de Guadalajara de Buga (IECAGB), que es de carácter público.

“Por estudios genéticos se hacen comparaciones y estaríamos compartiendo un 80 % de genes con las bacterias, un 99 % con nuestros ancestros más cercanos, y un 95 % con las plantas, de manera que si se desconoce el evolucionismo, no se podría cuidar efectivamente la naturaleza”, explica el profesor de la Universidad Nacional Sede Palmira, Gabriel Antonio De La Cruz Aparicio, magíster en Ciencias Biológicas.

“Lo que no se conoce no se ama, lo que no se ama no se conserva y lo que no se conserva, no se da”, subraya el profesor, quien considera que estudiar dicho paradigma a la luz de la enseñanza de las ciencias naturales es vital, porque permite conocer si existe en los docentes calidad en la comprensión y transmisión de información a los estudiantes para resolver dudas respecto a dualidades del pensamiento social, como el evolucionismo y creacionismo (doctrina religiosa contraria al evolucionismo, que asume el origen de los seres como obra de un dios).

Producto de la investigación de los académicos entre 160 estudiantes de sexto a noveno grado de 14 a 19 años y 18 docentes (seis de básica secundaria y 12 de básica primaria de todas las sedes del colegio), se advierte que los alumnos reciben cuatro horas y 55 minutos de clase de ciencias naturales a la semana, y al 90 % de jóvenes les da lo mismo saber o no saber sobre la TEB.

Y aunque el 30 % de ellos consideran el tema interesante y manifiestan que se debería enseñar, el 70 % precisa que no se debe impartir. En general, el 99 % relaciona el concepto de evolución con la palabra cambio. A su vez, de este último porcentaje, 20 % lo relaciona con el cambio que les ocurre a las especies; el 30 % asocia la evolución con la noción de “mejorar”, lo que demuestra un sesgo en la visión del proceso evolutivo hacia el enfoque teleológico (religioso) y la influencia de la relación que da el lenguaje común a los términos “evolución” y “progreso”.

Esos términos, en un mundo dualista que separa lo bueno y lo malo, señala lo positivo como lo que lleva hacia adelante y juzga como malo lo que va hacia atrás, sin dar lugar a un comportamiento de la naturaleza totalmente incierto o al azar, como el de la involución, por ejemplo. “Retroceder también aporta a la evolución”, explica el docente.

Contrastar este saber con las cifras del proyecto permitiría hacer mejores estrategias de trabajo entre directivos de la institución, docentes, alumnos y padres de familia, para mejorar la comprensión de la teoría de la evolución dentro de todas las asignaturas y en especial de las ciencias naturales, que se refleje en el cuidado ambiental.

Para el desarrollo del trabajo con los 18 docentes se realizaron entrevistas semiestructuradas, encuestas aplicadas a 160 estudiantes de sexto a noveno grado y se revisaron los lineamientos curriculares y estándares de competencia establecidos por el Ministerio de Educación Nacional (MEN), específicamente en la propuesta que este estamento hace sobre la enseñanza de Teoría de la Evolución Biológica (TEB).

 

Tomado de: Agencia de Noticias UN.