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El insecto depredador Chrysoperla externa y el hongo entomopatógeno Paecilomyces fumosoroseus son dos opciones biológicas para controlar efectivamente el ácaro blanco, plaga que afecta la lima Tahití.

Así lo demuestra una investigación que identificó y evaluó los ácaros que afectan la calidad de esta fruta. El estudio se realizó en los departamentos de Valle del Cauca, Santander, Meta, Córdoba, Huila y Tolima, los cuales tienen una participación productiva importante de este cultivo en el país.

Después de identificar las zonas productivas se visitaron diferentes predios sembrados con la fruta y se tomaron muestras de ramas, flores y frutos, de los cuales se extrajeron los ácaros para caracterizarlos.

Allí se encontraron 14 familias, con 25 géneros y 21 especies. Respecto a las familias, se identificaron Tarsonemidae, Tenuipalpidae, Eriophyidae y Tetranychidae, estas cuatro son fitófagas, es decir que se alimentan de las plantas y están en todos los departamentos evaluados.

De las restantes, cinco familias son depredadoras, importantes para el control de algunas especies de ácaros y de algunos insectos; las últimas cinco son detritófagas, es decir que se alimentan de partículas de materia orgánica.

Estrategias de control

El ácaro blanco (Polyphagotarsonemus latus) se identificó como la principal limitante de los cultivos de lima Tahití en el país, pues está ocasionando “el mayor detrimento en la calidad de la fruta en el Valle del Cauca”, según lo afirma Leonardo Álvarez Ríos, ingeniero agrónomo y doctor en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira.

Para conocer la dinámica de la población de estos ácaros se estudió una finca en Caicedonia, donde solo se encontró ácaro blanco, para el que se plantearon diferentes estrategias de control.

Este arácnido causa deterioro en la epidermis de la fruta, que se torna de un color plateado y se desprende con facilidad según el tiempo del daño: si es severo, la cutícula del fruto queda totalmente afectada. El ácaro coloniza de diferentes maneras: plantas hospederas, viento, herramientas, insectos y movimientos de frutas, entre otros.

Para establecer cuál es la manera más eficaz de controlar la plaga se aplicaron diferentes tratamientos: aceite agrícola; dos acaricidas de síntesis química utilizadas por los agricultores para fumigar los cultivos; un insecto depredador (Chrysoperla externa) que se alimenta de insectos pequeños y ácaros; y los hongos entomopatógenos Paecilomyces fumosoroseus, Beauveria bassiana, Metarhizium anisopliae.

Las moléculas químicas demostraron que son efectivas, aunque su efecto fue similar al ejercido por los controladores biológicos Chrysoperla externa y Paecilomyces fumosoroseus.

“Este es un resultado importante porque el control biológico genera un impacto menor en el ambiente y puede ser una alternativa a incorporar en el manejo integrado de plagas”, manifiesta el investigador.

Además estas alternativas biológicas pueden contribuir a reducir los costos en un 50 % o más.

La fruta pierde valor

La necesidad de controlar los ácaros que están afectando los cultivos radica en que la fruta tiene mucho potencial para consumo interno y también con fines de exportación. Colombia ocupa entre el decimotercero y decimoquinto puesto de exportadores de lima Tahití. Además un manejo adecuado puede aumentar el volumen para exportación.

La calidad de la fruta es un factor determinante para comercializarla con valor óptimo. Para consumo interno, una fruta afectada puede perder cerca del 50 % del valor real, y si tiene fines de exportación puede no haber retribución monetaria, pues los mercados son muy exigentes en términos de calidad.

La investigación fue dirigida por las profesoras de la U.N. Sede Palmira Nora Cristina Mesa Cobo e Isaura Rodríguez –del Grupo de Investigación de Acarología– y por el doctor Arturo Carabalí, investigador de Corpoica Palmira. El estudio fue financiado por la U.N. Sede Palmira en conjunto con Corpoica Palmira y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

Tomado de Agencia de Noticias UN.