Imprimir

Por medio de un mapa semejante a un árbol, agricultores colombianos expresan sus problemas y necesidades, lo que permite enfocar los proyectos gubernamentales dirigidos a estas comunidades.

La “Metodología para el acercamiento a las comunidades rurales - Mapa de Sueños 2.0” es una estrategia de Naciones Unidas adaptada por los estudiantes Luis Eduardo Acosta, de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, y Yinabeth Alcázar, de Comunicación Social y Ciencias Políticas de la Universidad del Norte.

Los jóvenes, quienes rediseñaron la metodología durante su estadía en el programa de pasantía “PNUD - Manos a la Paz”, explican que su iniciativa es más sencilla y dinámica.

La metodología original –basada en experiencias anteriores del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Korea International Cooperation Agency (Koica)– se diseñó para países asiáticos y europeos. En tal sentido, el reconocimiento de actores se reduce a conocer de manera más técnica qué querían las personas, cuál sería el costo de estas solicitudes, cómo se distribuiría el dinero y cuánto duraría su desarrollo.

“La realidad de los agricultores de esos países es muy diferente a la de los colombianos, máxime cuando el trabajo se realiza con personas víctimas del conflicto”, comentan los estudiantes.

El árbol diseñado para desarrollar la estrategia se divide en seis partes: tres se trabajan en el reconocimiento como individuos, y en las restantes el ejercicio se realiza como asociación o colectivo. Para cada parte se hacen unas preguntas guía; es un tratamiento psicológico para que den cuenta de su realidad.

En las raíces, los actores del proyecto –ingenieros, técnicos y agricultores– se reconocen, identificando quiénes son, cuáles son sus comportamientos, sus necesidades, ventajas y desventajas de su territorio.

En las hojas del árbol se trabajan las metas o los sueños, por lo que se indaga sobre qué buscan los actores del PNUD con el proyecto; los agricultores expresan, por su parte, qué sueños tienen para su desarrollo, qué anhelan y esperan obtener con ese proyecto, como individuos y como asociación.

Finalmente, en el tronco se plasman los compromisos de las partes –individual y colectivamente–, y de los de integrantes de Naciones Unidas.

Con este rediseño, “el avance fue significativo y el nivel de incertidumbre disminuyó; además, en este se tiene en cuenta a cada uno de los agricultores y sus ideas, lo que genera un sentido de apropiación por el proyecto”, explicaron los estudiantes.

Validación de la metodología

El trabajo de rediseño y validación fue realizado con siete asociaciones de los municipios de Falan, Palocabildo, Armero-Guayabal, Fresno, Alvarado y Vereda Las Camelias, donde se desarrolla el proyecto “Desarrollo económico incluyente rural” y contó el acompañamiento de ingenieros y técnicos agrónomos del PNUD y de otras entidades.

Por cada asociación participaron entre 30 y 80 personas, por lo que se beneficiaron cerca de 350 directamente, y por cada una su núcleo familiar se constiyó por 3 y 6 integrantes.

Algunas de las características de estas poblaciones es que fueron víctimas del conflicto, pertenecían a asociaciones productoras de aguacate hass y cacao, tenían tierra para realizar el proyecto y contaban con un mínimo de plantas sembradas.

Para implementarla, se reunió a cada asociación y se explicó el método con la infografía del trabajo. Como reconocimiento individual primó su conciencia de ser campesinos afectados por la violencia y tuvieron claridad sobre lo que producían en sus fincas, los servicios públicos y vías de acceso que tenían, si les faltaba educación, acompañamiento y capacitación.

Así, hubo una mayor claridad sobre lo que requerían para resolver sus necesidades: “cuando ellos identificaron sus necesidades, empezaron a soñar cosas más aterrizadas, como darles educación superior a sus hijos, tener mayores ingresos a nivel personal y familiar, ampliar su participación en el mercado del aguacate y cacao”, manifiesta el pasante.

En la última parte, los compromisos se remitieron como individuos a abonar sus cultivos para mejorarlos, asistir a reuniones del proyecto y la asociación, estar atentos a las fechas de capacitaciones, mantenerse actualizados de la situación de sus territorios, no contaminar y cuidar sus recursos.

Toda la información recolectada se sistematiza en tablas de Excel y es analizada por una mesa de trabajo tanto de los ingenieros y técnicos como de las juntas directivas de las asociaciones: “tener esa información clara garantiza el buen uso de los recursos nacionales y los que llegan del extranjero a través de Naciones Unidas, para los macroproyectos”, agrega el universitario.

Tomado de Agencia de Noticias U.N.