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Se llama Passiflora gustaviana y fue encontrada en Cundinamarca. Su riqueza genética aún no ha sido explotada e incluye propiedades para el mejoramiento de otras plantas como la granadilla caucana. Pese a su reciente descubrimiento, ya se considera en peligro de extinción.

 

Durante el siglo XVIII América fue escenario de ex­pediciones botánicas financiadas por la Corona española con el propósito de realizar el inventario de los recursos vegetales del Nuevo Mundo. Para el caso colombiano se destaca la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1816) dirigida por el médico español José Celestino Mutis, que abarcó el territorio conformado por Colombia y Panamá.

El resultado del trabajo mancomunado, por territorios en ese momento inhóspitos, dirigido por el sabio Mutis, se resume en un herbario de 20 mil ejemplares y más de 6 mil láminas botánicas de reconocida calidad, debido al énfasis en el trabajo iconográfico de la flora realizado por estos investigadores.

Lo anterior evidencia la importancia del trabajo de la botánica como ciencia encargada de estudiar las plantas incluyendo aspectos como identificación, descripción, clasificación y relaciones de estas con su entorno, información realmente valiosa para la conservación de las especies.

Académicos y científicos apasionados por la botánica continúan realizando enormes esfuerzos para aumentar el conocimiento de los recursos naturales y ejecutar acciones dirigidas a conservar esta riqueza. En este grupo se destaca al biólogo Gustavo Morales, investigador del Jardín Botánico José Celestino Mutis, quien en 2004, en una de sus expedi­ciones de campo, encontró un fruto maduro de una planta de Passiflora que le llamó la atención porque tenía diferencias y similitudes con especies ya conocidas.

El fascinante encuentro se dio al borde de la carretera, kilómetro 2 entre los municipios de Pacho y Supatá, Cundinamarca. Sobre el hallazgo, Gustavo Morales expresó que las flores eran diferentes a Passiflora ligularis, conocida comúnmente como granadilla, pero similares a Passiflora popenovii, o granadilla de Quijos, aunque el nuevo fruto era más grande y duro que esta.

Trece años después, John Ocampo, profesor de la Uni­versidad Nacional de Colombia (UN) Sede Palmira, y Miguel Molinari, investigador asociado de la Universidad de los Andes, en Venezuela, determinaron que aquella planta encontrada por accidente en Cundinamarca no había sido identificada, y decidieron llamarla Passiflora gustaviana, en homenaje al botánico Gustavo Morales. “El reconocimiento lo hacemos porque él fue quien descubrió esta nueva especie y nos contactó para realizar todos los análisis requeridos para su identificación”, afirma el profesor Ocampo.

En riesgo de desaparición

Cuando el investigador Morales encontró aquella Passiflora que le llamó la atención, tomó algunos frutos a los que les extrajo las semillas con la intención de hacerlas germinar. En 2006, en el Jardín Botánico José Celestino Mutis fueron sembradas algunas plántulas que después de cuatro años, debido a su condición de planta silvestre, por fin florecieron.

En 2010 el material llegó a manos del profesor John Ocampo, doctor en Recursos Genéticos y Mejoramiento, quien inició el proceso de evaluación comparando la nueva especie con otras ya identificadas. “En esta fase concluimos que Passiflora popenovii era la especie más parecida”, explica el profesor Ocampo.

Por lo anterior, la descripción morfológica se llevó a cabo in situ con plantas vivas de Passiflora gustaviana y de Passiflora popeonovii cultivadas en huertos familiares en los municipios de Chachagüí (Nariño) y Timbío (Cauca). A estas especies se les realizaron varias pruebas para determinar que aunque eran muy similares, no eran de la misma especie.

La comparación también se realizó con diversos materiales de herbario, pero la rigurosidad corrió por cuenta de la innovadora metodología llamada “análisis multivariado”, que está siendo utilizada para identificar especies porque aporta mayor precisión a la evaluación y va más allá de la observación como método de identificación.

Dentro de las razones de su escasa presencia está que la especie se da en hábitats perturbados, como las orillas de las carreteras y los márgenes secundarios de los bosques.

Para este ejercicio los investigadores definieron 93 características morfológicas internas y externas (cualitativas y cuantitativas), que se compararon en la nueva especie, y otras ya reportadas, utilizando diferentes programas para el análisis de la información. Entre las características están: tamaño de la hoja; nectarios del pecíolo; longitud tanto de la semilla como de la flor, el ovario y el pedúnculo; dimensiones del sépalo y del pétalo, y peso del fruto. Este dispendioso trabajo arrojó la buena noticia del hallazgo de una nueva especie del género Passiflora para la ciencia y el país.

De igual manera, entre 2010 y 2016 los investigadores realizaron tres expediciones a 42 localidades de los departamentos de Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Nariño, Tolima y Valle del Cauca, en las que encontraron apenas dos especímenes pertenecientes a Passiflora gustaviana. Dentro de las razones de su escasa presencia está que la especie se da en hábitats perturbados, como las orillas de las carreteras y los márgenes secundarios de los bosques. “Los datos indican que la nueva especie está bajo cierto grado de amenaza, según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)”, expone el investigador Ocampo.

Al género Passiflora pertenecen frutos que gozan de amplio reconocimiento, como el maracuyá, también co­nocido como “el fruto de la pasión” o “la pasionaria”, no por sus bondades en el amor si no por su apariencia similar a la corona de espinas usada en la crucifixión de Cristo. Sin embargo es necesario destacar que Colombia ha reportado 174 especies –la mitad de ellas comestibles–, siendo el país con mayor riqueza del género, concentrado principalmente en la Región Andina.

Indicadoras de la biodiversidad

Estas plantas son importantes desde el punto de vista nutricional, ornamental y económico, y son consideradas como un indicador de la biodiversidad de Colombia, ya que tienen múltiples interacciones ecológicas con muchos tipos de organismos como sus polinizadores.

Al respecto el profesor John Ocampo comenta que “la desaparición de especies de Passiflora del ecosistema implicaría la pérdida de otros organismos que dependen de esta, como las mariposas y muchos insectos y aves que se alimentan de néctar”.

Por eso, para los investigadores este hallazgo abre la reflexión hacia tres puntos: el primero radica en que seguramente Colombia alberga muchas más especies desconocidas, sobre todo en zonas de poca exploración como los Andes, el Caribe, el Amazonas, la Orinoquia y el Pacífico, que se encuentran en peligro debido a la nociva intervención humana relacionada con la minería ilegal y la agricultura extensiva en áreas prioritarias para la conservación de la diversidad biológica.

El segundo punto se refiere a la necesidad urgente de establecer técnicas de conservación ex situ, o fuera de su hábitat, como respuesta a la destrucción de hábitats críticos e importantes para la diversidad genética del país. Y por último se destaca el camino hacia el mejoramiento genético de las pasifloras cultivadas, que ahora cuentan con una nueva especie de la cual, seguramente, podrán acceder a genes de interés agronómico.

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