Escudo de la República de Colombia

En Colombia continúa vigente la educación práctica, que nació de la necesidad de posibilitar la producción primaria y la transformación de materia prima, y que permitió el desarrollo agroindustrial del país.

Así lo planteó el profesor Néstor Fabio Valencia Llano, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, durante la sexta sesión de la Cátedra Sesquicentenario.

El docente advirtió que esa necesidad está relacionada con el actual predominio de las profesiones, pues antes existía una élite más interesada por el derecho, el sacerdocio y las letras. De ahí que un grupo de políticos, intelectuales y académicos plantearon que se debía desarrollar una educación práctica para la producción primaria centrada principalmente en las ingenierías, aunque se incluyeron profesiones como la zootecnia, que también apuntan a ese objetivo.

De esta manera, hacia 1850 nace en Francia la agricultura científica, en la que se aplicó la ciencia en actividades agrícolas a partir de la biología, botánica, física, química y las matemáticas. Más adelante, con la Revolución Industrial se mejoró la técnica con el uso de maquinarias, la implementación de la tracción animal y el uso de fertilizantes químicos.

En la segunda mitad del siglo XIX Colombia tuvo gran demanda internacional de algunos productos tropicales, pero el progreso se estancó por el limitado conocimiento de las técnicas agrícolas; las dificultades de acceso por la precaria infraestructura vial; la falta de acceso a créditos bancarios y las guerras civiles. En el caso del Valle también influyó el aislamiento geográfico del río Cauca.

Esas situaciones llevaron al desestímulo productivo y dejaron ver que para potencializar la producción agrícola se requería formar profesionales y técnicos que trasladaran la ciencia al campo. Como una manera de solucionar parte de esas problemáticas, el Estado priorizó la construcción de vías y se abrieron escuelas para formar a los jóvenes según las necesidades del país.

El docente subrayó que “actualmente a las comunidades rurales no les interesa ser obreros ni asalariados, por lo que en el marco del posacuerdo se deben fortalecer la asociatividad y el cooperativismo, para que estas comunidades puedan ser empresarias”.

Desde su punto de vista, con el apoyo estatal y mediante metodologías que sirvan a pequeñas y medianas empresas –además de proveerles educación, capacitación técnica y la posibilidad de tener un capital semilla–, estas comunidades pueden empezar a realizar uniones de compra y de venta.

Precisamente cuando se creó la U.N. por la Ley 66 del 22 de septiembre de 1867, esta propuso “levantar la ciencia sin prescripciones, organizando la enseñanza científica y metodizando cada rama del saber a través de la sucesión lógica de los conocimientos”.

“La U.N. ha pasado por diferentes cambios en su historia, pero ha cumplido una labor fundamental. Nació con pocas escuelas y empezó a diversificarse; está atenta a las necesidades, para las que surgen nuevos programas académicos; y está plenamente conectada al contexto del país”, agrega el profesor Valencia.

La educación práctica se ha mantenido, las vías, carreteras y puertos tienden a mejorar, y en las ciencias agrarias se ha ampliado el conocimiento.

“Si bien es fundamental fortalecer el campo, esto se debe hacer con más diálogo con las comunidades rurales para conocer sus fortalezas, debilidades y requerimientos, y en esa medida impulsar más la educación con extensión, tarea básica para contribuir en el progreso social y económico del país”, concluyó el profesor Valencia.

Tomado de Agencia de Noticias UN.