Escudo de la República de Colombia

La agresividad del camarón muchilla (Macrobrachium americanum) dificulta su crianza en cautiverio. Con recipientes individuales que cumplen con los requerimientos de cantidad de agua, oxígeno, temperatura y tamaño, se busca mejorar su producción y hacerla más rentable.

La población del camarón munchilla está disminuyendo porque son altamente extraídos de los ríos del Pacífico; además la minería legal e ilegal afecta su producción natural y pone en peligro a la especie, al menos en la región.

Algunos productores han intentado criarlos en lagunas o estanques grandes, pero los animales se atacan entre sí impidiendo su producción industrial.

Francisco Javier Paredes Vallejo, estudiante de la Maestría en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, diseñó una propuesta de producción intensiva: recipientes o acuarios individuales para que los camarones machos se desarrollen en un sistema de recirculación de agua.

Cada acuario es una canastilla plástica que permite manipular los animales con facilidad; los recipientes son resistentes, duran entre 6 y 10 años y son apilables, lo que optimiza el espacio a usar: “esa es una ganancia, pues mientras en una piscina de 1 m2 se pueden tener entre 20 y 30 camarones, con este sistema nosotros podemos duplicar y hasta triplicar la cantidad de camarones en ese mismo espacio”, explica el zootecnista.

El sistema utiliza 200 litros de agua, que circula constantemente. En una hora el agua ha pasado al menos 8 veces por un sistema de filtros y semanalmente se hace un recambio del 10 % del agua, lo que permite un uso eficiente del recurso.

Son tres filtros: físico, biológico y carbón activado, que tienen la función de capturar e inhibir el efecto de las feromonas del camarón, ya que estas son las responsables de que haya machos dominantes, con alta agresividad y territorialidad como sucede en los estanques o ríos, donde los otros camarones se quedan pequeños.

El filtro físico es de grava o piedras pequeñas, de un centímetro, que le da velocidad al sistema. Para el filtro biológico se utiliza tela guata, y como esta ralentiza el proceso, se dispone de una tubería interna para que el agua circule más rápido y no se colmate o se tape.

El último filtro es con carbón activado, pues este tiene unos microtúneles por los que se absorben las partículas que pasen. Finalmente el agua pasa por un recipiente con una bomba y aireadores, para devolverle la calidad al agua antes de volver a los acuarios. Semanalmente se hace una limpieza a los filtros.

“Cuando el agua vuelve al sistema los camarones no sienten las feromonas y todos empiezan a crecer de manera similar”, dice el investigador.

La evaluación se realiza con 30 recipientes. Los camarones, capturados en el río Dagua, vía Buenaventura, pesaban entre 5 y 8 gramos cuando se establecieron en los acuarios, y la idea es que permanezcan allí hasta que alcancen 60 u 80 gramos, que es el peso para su comercialización.

La investigación ha determinado que los camarones soportan el sistema y se adaptan al cautiverio, y por tanto están ganando entre 1 y 1,5 gramos a la semana.

Plataforma para la alimentación

En su medio natural, la especie de camarón munchilla sale del agua en la noche a cazar, puesto que son animales nocturnos. El investigador está aprovechando esa capacidad para que se alimenten en comederos fuera del agua.

Respecto a esta práctica, está analizando el efecto de usar los comederos o plataformas para la alimentación, implementando tres tratamientos en los acuarios: el control, sin plataforma para suministrar el alimento, el segundo con una plataforma a nivel del agua, y el tercero con una plataforma elevada a un centímetro del agua.

El investigador ha determinado que para los tratamientos con plataforma, el camarón tardó una semana en aprender dónde estaba el alimento.

Aunque no existe una diferencia significativa en el uso de los tratamientos, pues los camarones siguen creciendo y mudando su exoesqueleto, las plataformas han permitido identificar cuándo se va a realizar esa muda, pues dos o tres días antes los animales dejan de alimentarse.

Los comederos permiten calcular con certeza cuánto alimento consumen los camarones, y además el hecho de que ellos suban a recoger el alimento a la plataforma y después dispongan de él dentro del agua, permite que la contaminación por alimento en el agua disminuya y el uso de los filtros sea mucho más eficiente.

El sistema de acuarios individuales ha disminuido la mortalidad al 5 %, un impacto positivo, pues los camarones mudan su exoesqueleto cada mes y es un proceso que los deja vulnerables. Cuando se crían en piscinas, los otros camarones atacan y se comen al que está mudando, por lo que los índices de mortalidad son cercanos al 60 %, mientras que en los recipientes no han tenido ese problema.

En términos de costos, cada recipiente tiene un valor aproximado de 14.000 pesos, y una duración de entre 6 y 10 años. Cada año se podrían obtener entre 2 y 3 camarones para venta, de cada acuario. Una libra de camarón en Buenaventura, con el tamaño que alcanzan en los acuarios (20 o 25 cm), cuesta 22.000 pesos; por esto es rentable el sistema.

La investigación es dirigida por el profesor José Ader Gómez, de la U.N. Sede Palmira, y por el profesor Frank Chapman, de la Universidad de Florida.

Tomado de Agencia de Noticias UN.