Escudo de la República de Colombia

Por la calidad de sus tierras, el clima y la variedad genética del cacao que se encuentra en este territorio, el departamento tiene el potencial para recuperar el protagonismo perdido en este producto.


Así lo considera Héctor Fabio Ramos, profesor de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, la cual participa en 8 de las 17 Escuelas de Campo con Agricultores (ECA) establecidas en el departamento.

Este trabajo se articula con el realizado por la gobernación del Valle del Cauca, que creó 17 ECA en el mismo número de municipios del centro y norte del departamento.

La U.N. comparte conocimientos sobre podas, polinización, injertación, establecimiento, creación de viveros y manejo de sombríos, abordando los procesos de manera teórico-práctica.

En el siglo pasado la enfermedad Ceratocistys Fimbriata, conocida como “mal de machete”, relegó la importante tradición en cultivos de cacao de la región muy por debajo de la caña de azúcar. Debido a esto, el Valle del Cauca no se vio tan involucrado en el crecimiento del cacao colombiano durante la última década, en la que ha llegado a situarse como uno de los principales productos de exportación nacional.

El profesor Ramos lidera los procesos de capacitación que la Institución adelanta sobre cacao en la región. “El conocimiento debe cumplir una función social. Por eso compartimos técnicas con las comunidades rurales y con instituciones como el Instituto Colombiano Agropecuario, la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria y las Unidades Municipales de Asistencia Técnica Agropecuaria”, asegura.

En su trabajo con las comunidades, el profesor Ramos identifica como desafío pedagógico el hecho de que muchos campesinos no saben leer o escribir. Otro reto consiste en la reticencia de muchos de ellos a ahorrar parte de sus utilidades para invertir en procesos agronómicos más sofisticados como la fertilización.

“Ellos tienen conocimientos prácticos forjados por años de trabajo y que transfieren de generación en generación. Nosotros tenemos que llegar a una sinergia que nos permita acercarles los conocimientos teóricos fundamentados en la investigación”, explica el profesor.

Alta producción

El cacao es un producto de gran rentabilidad en el contexto colombiano. A 30 meses de ser cultivado, puede alcanzar la producción de 600 kilos anuales por hectárea, y en 5 años esa cifra se puede incrementar hasta los 2.500 kilos.

Con un precio actual de 6.000 pesos por kilo, el cacao se ha convertido en el eje de políticas públicas para la sustitución de cultivos de coca, la superación de la pobreza y de dinámicas de violencia fuertemente arraigadas. Por esta razón, se suele nombrar como “el cultivo de la paz”.

Según el profesor Ramos, pese a que el cacao de fino aroma colombiano es considerado como el mejor del mundo, el país solo produce, en materia prima, 60.000 de las 85.000 toneladas que requiere para satisfacer la demanda interna y de exportación cada año. Debido a esto, Colombia se ve obligada a importar cerca de 15 mil toneladas, mientras que anualmente entran alrededor de 10 mil por contrabando desde los países vecinos.

Así, las metas que se propone el Gobierno de llegar a niveles de autosuficiencia para el año 2020, obliga a la vinculación de territorios con enorme potencial como el Valle del Cauca.

Entre las dificultades para cumplir esa meta, el profesor Ramos encuentra insuficiente institucionalidad para promover la investigación y orientar a los campesinos. “Hace unos años se vio con optimismo la creación de Cenicacao y hoy preocupa su falta de operación”, expresó